sábado, 31 de marzo de 2012

INTENTO DE NARRATIVA INEVAL 2012.

Un proyecto vivencial con mi grupo de primer ciclo de educación primaria en la escuela rural multigrado Miguel Hidalgo y Costilla.
                                     
En la Sierra Madre de Chiapas, es común que en el mes de Febrero los días son muy ventosos, como consecuencia de un cambio drástico en el clima, el alto contraste entre el clima frio y los fuertes calores, abundando comúnmente los mosquitos, transmisores de enfermedades, como la oncocercosis, el dengue  y el paludismo.

Resguardado en la seguridad de un  aula  de la  escuela Miguel Hidalgo y Costilla;  me encontraba a punto de dar continuidad al fomento de la escritura con los alumnos de primer ciclo con mi grupo multigrado, guiado por la planeación didáctica que con anterioridad había diseñado a conciencia comprendida para las fechas del 6 al 10 del presente, cuidando el tema común con actividades diferenciadas derivadas de algunas sugerencias aun patentes de la PEM 05[1] y acuñadas aun más por la recién socializada PACTAM 2011; sin soslayar por supuesto, los diversos momentos evolutivos por los cuales los niños atravesaban y convencido que esta planeación ya estaba acabada y sin desperfecto alguno.

El conflicto

Cuando de pronto; al interrogar a los niños acerca de qué es lo que recordaban de la clase anterior; Crislin un niño de primer grado dijo sorprendido y a la vez molesto:- ¡Ya me aburrí, el maestro solo eso enseña!. Refiriéndose al trabajo con el alfabeto móvil en parejas para construir la carta alfabética o al trabajo con la lista de asistencia que a diario ellos elaboraban en su modalidad de actividad permanente, que él infería que hoy marcaría el inicio de nuestro rutinario día.

Entonces preocupado por ese planteamiento que me dejó “boquiabierto” y “helado”, me propuse reencauzar el interés de los niños y de inmediato los invité a dar un paseo por la escuela. La idea  encendió la chispa de ánimo y hasta el más aburrido que era Crislin mostró interés, cambió  su rostro de apatía por uno de mejor semblante, lo cual me tranquilizó  un poco, pero no me dejó reponerme del todo del conflicto en que me había metido.

El paseo

El recorrido que ya estaba en puerta tan pronto lo anuncié, de inmediato me obligó a prever su organización cuidando que los niños fueran en pequeños grupos de tres o cuatro, velando además porque cada uno llevara consigo su cuaderno de notas, sus colores y una “cámara fotográfica de cartón”, que fue extraída del material recortable de libro de texto de Conocimiento del Medio  del programa 1993 qué funcionaba aun como instrumento recreativo pero en esta ocasión también sería de aprendizaje.

Al iniciar el recorrido, empezamos por lo más inmediato que eran los baños que por cierto aún estaban cerrados, ya que el compañero “Noelito” quien era el encargado de abrirlos, actualmente se encontraba ocupado calificando las tareas extra clase del día anterior con su grupo de tercero a sexto, por lo que no era pertinente molestar y solo vimos de pasada las  puertas cerradas herméticamente con inviolables candados.

Después vimos con atención el “mohoso” tanque que  a diario se llena al tope con una manguera negra muy poco flexible, que desciende desde el cerro, suministro por cierto que favorece el desperdicio del vital líquido, que libremente se desparrama por allí perdiéndose entre matorrales o que esporádicamente se aprovecha para regar un “coquito” o una “guayabita” como únicos frutales existentes en nuestro patio.

 Arribamos seguidamente al polvoso patio de la institución, tan soleado que “espejeaba” de tanto calor a escasos minutos de las nueve de la mañana y que a pesar del viento incesante que meneaba intempestivamente de un lado para otro la copa de los verdes árboles en los linderos de la escuela, nada amortiguaba  el sol abrazador que caía a plomo y sin piedad alguna sobre nuestras espaldas, por lo que  mejor decidí interrogar:

 -oigan niños, ¿por qué no vamos a la bodega a ver que encontramos?,¿ no creen que sería una mejor idea?

-¡sííí!-, se oyó en coro-

Pero ni bien se acababa de escuchar la aprobación unánime, cuando los niños ya corrían despavoridos hasta la puerta roja de la bodega; por instinto de supervivencia o imitación quizás, corrí también apresurado “al alcance de la tropa” porque me había quedado expectante ante tal suceso.


La bodega.

Apremiado por el avasallante bullicio ya estando junto a ellos, abrí apresurado el candado y como una incontenible “estampida humana” el grupo se introdujo sin mediar palabra alguna al espacio ocupado por mil y un “tiliches” regados por doquier similar a como si un remolino hubiera pasado por ahí a pocos instantes.

-Bueno, bienvenidos-afirmé.

- Por favor, por favor; precisé; observemos con atención este tiradero.

Y la atención de los niños como la mía se centró en múltiples “tomas fotográficas” que a partir de ese momento podríamos rescatar yo con mi cámara digital y los niños con la de cartoncito. Vimos inicialmente como se apilaban al fondo de la triste aula un montón de sillas que casi llegan hasta el techo, que estaban en desuso a causa de sus maltratadas o faltantes piezas o por sus tornillos que se les habían caído; a lado de éstas se encontraba una escalera de doce escalones recién fabricada por algunos padres de familia con madera de pino que expelía aún su inconfundible aroma y en su alrededor múltiples cosas más esparcidas por el suelo.

Cosas olvidadas que figuraban en el suelo y no por eso nada mejor que ser un buen escondite o albergue de una que otra “alimaña” como cucarachas, alacranes, lagartijas y hasta “culebritas “o ¡culebroootas!.  Cosas entre las que pudimos notar  diversos botes vacios de pintura que eran “multi propósito” como para echar agua a los baños, guardar trastes de los desayunos escolares entre otros. Un olvidado aro de fierro color rojo para un tablero de basquetbol que nunca había existido, un montón de materiales eléctricos, algunas herramientas de albañil o carpintero que algún día visitó la escuela para trabajar allí  entre las que se encontraban  una vieja “plana” con residuos de mezcla férreamente adheridos como si hubieran nacido ahí, un martillo algo chato pero contundente, una pala muy amellada y múltiples clavos oxidados por el tiempo alojados en una lata de leche “Nido”.

Además vimos una vieja máquina mecánica marca “Olivetti”, con sus teclas muy pegadas de tanto óxido e incompletas, con otras  partes muy maltratadas, que al fondo se adornaba con una buena cantidad de arena, revuelta con uno que otro insecto como hormigas o pequeñas cucarachas muertas; múltiples cuerpos geométricos destruidos por algún “tocón”; algunos mapas que a lo lejos se veía una delimitación de algunas fronteras o estados con un tenue gis; testigo de alguna clase magistral de Geografía que alguna vez se había disertado.
           
Para variar, observamos dos modelos del tronco del cuerpo humano con sus órganos erróneamente ensamblados, que en la parte de atrás se observaban una plaquita del extinto “SEP GRATUITO PARE” y finalmente mil y una piezas más, entre las que se encontraba la desafiante Pirámide del conocimiento que tristemente desde hace seis ciclos o más quizás, había llegado a la escuela pero que nunca cumplió su cometido.

En fin; tras esa exploración visual profunda y sorpresiva de los niños que si bien múltiples veces habían pasado por la banqueta de esta olvidada aula e incluso habían estado en este lugar por accidente, nunca se habían dado a la tarea de observar meticulosamente este escenario.

¿Cómo y qué aprendimos?.

 Recurriendo a la sagacidad y no desperdiciando la intención de la planeación que en un inicio ya había sido modificada tras el golpe anímico del intrépido Crislin, recurrí a recordar los aprendizajes esperados que la habían guiado y encontré a primera vista la necesidad de organizar en campos semánticos los objetos que el tiempo y el olvido  se habían encargado de fijarlos y por qué no volverles a dar la importancia que algunos merecían.

En un primer paso con ayuda de los niños y las niñas en pequeños equipos de tres integrantes, con la advertencia previa de tener cuidado por las “alimañas” que casualmente podrían encontrarse albergadas en algunos objetos, tratar de agruparlos en diversos campos semánticos entre los que figuraban el de las herramientas, materiales didácticos, utensilios para la elaboración de los desayunos, implementos para la educación física, artículos de aseo o para rehabilitar la escuela.

Actividad que al inició como que no era del todo comprendida a tal grado que alumnos como Eloísa una niña de segundo grado a pesar de un desaprobatorio –¡no seas meeensa! – externado airosamente por Lupe una compañerita de ese mismo grado, no logró del todo entender la actividad clasificatoria, pero  finalmente con un hacer y deshacer; se logró a grandes rasgos la intencionalidad de este primer acercamiento, que involucrando a lo lúdico, se remató  invitando  a los niños a hacer uso de su herramienta de recuerdo “la súper cámara fotográfica” y tomar una fotografía del campo semántico que más les había gustado como había quedado, colorearlo lo más vistoso y creativo posible, que más tarde clasificada en el rubro de evidencia adornaría “pomposamente” una pared de nuestro salón de clases e incluso con eso concluíamos el primer acercamiento.

Suscitando frases tan elocuentes como las de Fabiola de primer grado, quién osadamente compartió:

-Mire maestro aquí dibujé un bote
 – y mire… aquí dice bote, porque use la “b”, la “o”, “t” de taco y la “e” de Eloísa pero en chiquita-
-Correcto- aprobé.

No sin antes cuestionar con la ayuda de unas letras móviles que estaban a mi alcance, ¿qué dirá si sustituyo la “b” por la “m” e incorporo la “m” entre la “o” y la “t”?
-monte, dijo intrépida y sin darle tiempo de pensar a Fabiola- Yanet.

-¿estás de acuerdo Fabiola?, volví a preguntar-

-Sí-, dijo Fabiola con voz insegura.

-¿Por qué?

 -porque está la “m”, la “o”, la “n”, la “t”, y la “e”.


Al día siguiente (Martes 7 de Febrero) procurando no perder el interés  por  visitar nuevamente la bodega como un lugar de múltiples e interesantes aprendizajes; volvimos; donde como segunda ocasión con el propósito de hacer uso del alfabeto móvil y coordinados por la alumna de nombre Maydalí; quien desde primer grado mostró un avance  incuestionable  en la adquisición de la lengua escrita y la lectura.

Situación favorable que permitió enrolarla en el auxilio de otros niños en el dibujo de imágenes apoyadas en la “cámara fotográfica de cartón”[2] y consumar la producción textual de nombres de cada una de las imágenes captadas por la “lente”, no siendo como podemos imaginar una actividad de construcción y reconstrucción tan fácil el guiar a otros discentes encontrados en problemas, como manifestó la reprobación entre esta guía con el alumno Brayan del mismo grado; cuando éste al tratar de dibujar y rotular con sus respectivos nombres las herramientas que se habían encontrado en la bodega y complementando con sus nociones de  otras que utiliza su papá en el oficio de albañil, me dejó convencido que la niña auxiliar en  esta actividad no compartía el punto de vista del aprendiz, quien airosamente y despreocupado presentaba su trabajo al usar escrituras nada convencionales  y nada entendible a los ojos de la guía.

Por lo que más de una ocasión al hacer uso de preguntas Maydalí en términos propios se dirigía al aprendiz interrogándolo -¿qué pusiste aquí?- léelo, e inmediatamente la niña movía la cabeza y buscaba la aprobación en mi mirada de su actitud, mientras yo me “enfrascaba” o me más bien “me hacía de la vista gorda” ocupándome intencionalmente de otros alumnos  para no interrumpir en el conflicto y llegando a conjeturas muy precisas.

Previendo que el resultado también se replicará en otros lados del aula con otras binas y tríos de trabajo, tomé a otros alumnos como monitores, involucré a  Yanet  Candelaria, otra niña alfabética y Julissa del mismo grado, para que igual me auxiliaran con sus compañeros en sus producciones pero los comentarios reprobatorios se exacerbaban fácilmente pasando por un rotundo –no,  a un -no es así-, -tú no sabes-., -¿verdad maestro que no es así?- o a un extremismo radical –como ¡eres de menso, vos no sabes, me caes mal¡-.¡Nunca vas a aprender!.

Cuestiones que me sensibilizaban y e invitaba a intervenir apelando a la cordura y la paciencia de parte de los enseñantes o guías, ya que era necesario, debido que el apoyo entre pares estaba dando resultados muy productivos pese a adversidades,  por la capacidad de hacer un diálogo fluido entre los alumnos, que  en ocasiones me divertía en ese juego del “experto y el aprendiz” y el golpe psicológico que derivaba de esa intención por formarse entre compañeros.

Cuestiones que poco a poco y con un orden de complejidad creciente y con  el arribo a la tercera y cuarta sesión (Miércoles 8 y 9 de Febrero), ya habíamos agotado todo el acervo de los campos semánticos iniciales e incluso ya habíamos decidido diseñar con nuestras tomas fotográficas muy rudimentarias con el material recortable algunas loterías o memoramas derivadas de nuestras visitas a la  bodega escolar.

Siendo una actividad lúdica que incluso hasta una composición literaria se pudo inmiscuir al jugar a la lotería en el salón, que reforzada con la picardía de la intelectualidad infantil se oía en labios del intrépido Crislin una maravillosa composición que rezaba así:

-¡la que tiene escalones y es de madera, la escalera¡

-¡el que tiene cabeza y no tiene pies, el martillo¡.

Momento crucial que exhortaba aun a no dejar de todavía de “extirpar” la variedad de aprendizajes en el proyecto a tal grado que en la quinta sesión (Viernes 10 de Febrero), se pasara no solo a una rotulación de  nombres aislados de los artículos,  sino invitaba a una rotulación de mayor significado haciendo uso de la tinta del plumón, de las fajillas de  papel y del masking tape, anotando no solo nombre respectivos de los objetos y sino incluyendo  algunos datos complementarios.

Además de tener ya a esta altura la certeza  que mediante una chispa de un cuestionamiento se procuraba arribar  una nueva producción y ya a estas altura me había olvidado del trauma de la desaprobación de mi planeación y en una mirada retrospectiva poder decir, que se había podido superar a pesar de todo rediseñando emergentemente las acciones  y encauzando  nuevos aprendizaje y rompiendo con una rutinización de la que era ya una  víctima hasta que un comentario infantil me orientó a darme cuenta.

Por lo que apremiado por continuar, en ese afán de sacar provecho aun más de esa experiencia procedimos a entrar en una fase de reflexión aun mayor, eslabonando conocimientos integrados procurando cuestionar la importancia de los artículos, sus  características, su procedencia y usos; que no solo hizo generar en un principio solo textos escuetos como por ejemplo al tener los botes de pintura en la mano, los niños se hayan atrevido a producir algunas nociones más integrales como Julissa que manifestó:

-los botes tienen agua-

-el bote es verde y está bonito-.

-los botes son de color amario-
.
Producciones inacabadas que si bien no cumplían con todo parámetro de excelsitud, e incluía deficiencias como son la omisión de grafías, segmentación, confusión entre letras entre otros tantas adversidades que superar,  pero daba indicios que cada alumno acorde a su nivel de adquisición de la lengua escrita, daba señales de mas que una convencionalidad refinada, de  una necesidad de expresar su punto de vista particular de las cosas.

En orden gradual, ya para la última sesión (seis del 13 de Febrero) del proyecto se trataron de generar textos concretos que esbozaran ideas un poco más completas a tal grado que la niña Maydalí pudo producir unas descripciones muy completas como: “el martillo es de mi papá y lo usa para clavar clavos mi tillo tiene un martillo que lo compró en belisario” ó en un caso similar con la escalera –la escalera la es de madera y sirve para subir de la casa para componer la lamina”.

Lo evaluativo.

En otro sentido; arribando al  momento de autoanálisis y evaluación final del proyecto precisando a este aspecto como algo importante del proceso formativo, se tuvo el cuidado que a partir de un seguimiento puntual de las adversidades, las inquietudes, los “sabores” y “sinsabores” de la construcción, reconstrucción, diálogo y producción de los niños, hayan por lo menos hecho un intento por generalizar sus patrones evolutivos en la adquisición de la escritura, quedando convencido que es un proceso complejo y que el mínimo atisbo de  interés que los alumnos puedan presentar ante un momento de desesperanza, aburrimiento puede ser un excelente catalizador para conducir un aprendizaje elocuente y productivo.

¿Qué socializamos?

 Finalmente en el marco de una socialización efectiva, procedí a dar una sorpresa a mis propios alumnos llevando al aula algunas fotos reales impresas  tomadas con mi verdadera cámara digital, donde  había podido capturar las imágenes reales desde el comienzo del proyecto puntualizando en acciones de ordenación y  rotulación de objetos y procurar retroalimentar la vivencia que se obtuvo siendo significativa y reconfortante.

Deducción que se validó cuando escuché a los niños en el autoanálisis guiados por el ¿qué aprendí?  o ¿qué me faltó por aprender?; mediado por el material  ilustrativo. Además de surgir  recomendaciones sobre nueva concepción de ser ordenados, el contraste de producciones  de  escritura que pudieron consumar, pero  sobre  todo la interacción que favoreció puentes de dialógicos reales, fomentando del autodominio y el apoyo entre pares.





[1] Recordemos que PEM 05 es la Propuesta Educativa Multigrado que fue la base para el diseño de situaciones didácticas enfocadas al aula multigrado a partir del ciclo escolar 2006-2007;  mientras que la PACTAM 2011, surge como alternativa de innovación ante el desfase de los contenidos que ostentaba la PEM 2005  que se basaba el plan 1993y esta nueva propuesta toma en cuenta la formación por competencias y las nuevas sugerencias didáctico metodológicas de la RIEB.
[2] Material recortable auxiliar en la interacción lúdica del aprendizaje.