SINDICATO NACIONAL DE
TRABAJADORES DE LA EDUCACIÓN
SECCIÓN 40 CHIAPAS
TEMA
3).-¿CÓMO
ORGANIZAR LA ESCUELA DE EDUCACIÓN BÁSICA PARA QUE SEA EFICAZ?-
SUBTEMA
I.-
LA ESCUELA, EL CENTRO DEL SISTEMA EDUCATIVO. TRANSFORMACIONES NECESARIAS EN LA
ORGANIZACIÓN DE LOS SISTEMAS EDUCATIVOS.
"LA
ESCUELA DE EDUCACIÓN BÁSICA: RETOS Y TRANSFORMACIONES NECESARIAS E
IMPOSTERGABLES PARA ENCARAR CON ÉXITO EL PRESENTE SIGLO".
MARZO DE 2014.
INTRODUCCIÓN.
Para caracterizar la escuela
de hoy, es necesario como primer elemento entender los parámetros cualitativos
o normativos que la definen teóricamente acorde a las exigencias sociales del presente
siglo, pero resulta más apremiante definir los roles cotidianos que cada actor
involucrado en su funcionamiento y en su paulatina transformación deberían
desarrollar para que en conjunto consumemos la tan anhelada calidad educativa.
Transformaciones que deberán
pugnar desde la definición de una nueva misión y una visión institucional (véase Fullan y Hargreaves
2001), donde fenómenos como inclusión, heterogeneidad, diferencia y contexto
deben ser tomados en cuenta no solo para renovar el contrato pedagógico en el
aula sino en función a una nueva cultura institucional, donde todos actores
involucrados refrendemos día a día el compromiso de dar lo mejor de sí en el
lado humano, profesional o social pese a nuestras diferencias o adversidades.
Intenciones que permitirían una
nueva cosmovisión institucional y pedagógica, que resulta sustancial en esta
era de constantes cambios, donde fenómenos productos de la globalización están
impactando y exigiendo una nueva escuela, que parece inmutable a estos
imperativos, justificando la urgente transformación multidimensional para
enfrentar con éxito requerimientos en el ámbito de la gestión del conocimiento,
en el ámbito profesional y social, renovando su protagonismo como institución
medular en búsqueda del progreso individual y colectivo.
DESARROLLO.
¿Qué rasgos generales
entonces deberían caracterizar a esa escuela de educación básica a la cual
todos aspiramos?
Partiendo de la reflexión
del filósofo Fernando Savater quien afirma que la tarea actual de la escuela resulta
complicada porque debe encargarse de muchos elementos de formación básica de la
conciencia social y moral de los niños que antes eran responsabilidad de la
socialización llevada a cabo en el seno de la familia sumado al del ámbito
curricular y donde el maestro antes podía jugar con la curiosidad de los
alumnos, deseosos de llegar a penetrar en misterios que aún les estaban vedados
y dispuestos para ello a pagar el peaje de saberes instrumentales, pero ahora donde
los niños llegan hartos de mil noticias y visiones “variopintas” que no les ha
costado nada adquirir ¡que han recibido hasta sin querer!; éste tiene que
ayudarles a organizar esa información, combatirla en parte o por lo menos hacerla
menos dañina. (Savater 1997).
En consecuencia antes de
delimitar ese quehacer específico del docente como actor principal de cada
institución educativa y de toda reforma, es urgente pensar en las
características generales de la escuela básica del presente siglo, lo cual es entrar
en un dilema nada fácil de resolver, porque no solo permitiría establecer directrices
que deben seguirse para responder a la heterogeneidad que la ha caracterizado o
a reformular viejas costumbres, por lo que inicialmente yendo en retrospectiva encontraremos
una evolución desde la escuela antigua, pasando por clásica a la moderna, y
otra con múltiples peculiaridades como la que es demandada hoy para enfrentar los
nuevos embates tecnológicos, la apremiante inserción en era de la globalización,
pero sobre todo una que responda a las múltiples exigencias sociales no solo
reducida a su función de promover aprendizajes.
Evolución histórica que en
cada etapa se destacan roles específicos, pero la escuela de hoy pasa por una inédita
demanda que la orienta a ser una nueva protagonista no solo hacia el
entendimiento del futuro, a ser una dinamizadora del progreso científico y de
desarrollo social en su conjunto, que se enfrenta a responder a un estrato
social muy dinámico con sus diferentes expectativas lejos de retroalimentar su
función anterior y donde la contemporaneidad parece desafiarla e incluso
culparla por los lastres del pasado. Por lo que antes de augurar un próxima
desacreditación, creo que la escuela de hoy debe renovarse más que claudicar en
su noble labor formativa y su insustituible función social que desde tiempos
inmemoriales ha asumido, como lo es dar conocimientos y catapultar a los entes
que de ella emanan para forjar el propio presente y a diseñar el caótico futuro.
Configurar entonces esa
nueva escuela acorde a estos indicadores es no solo reformular su estructura
física con sus respectivos aditamentos tecnológicos, de mobiliario, equipo o
estructura, sino por encima de ello está lo que cada actor inmerso en esa célula
ha de hacer para arribar a una verdadera transformación cualitativa; que permita
definirla como el espacio concreto donde cobran vida las disposiciones legales,
organizativas y en específico el curriculum derivados de una política educativa,
donde no es pura reproducción sino una reconstrucción social “in situ”, transformándose
día a día en un espacio vivo y vivido, donde se entrecruzan tradiciones y
competencias acorde a las expectativas de cada estudiante o contexto.
Cambios impostergables donde
las reformas solo tendrán significado en cada centro educativo como entorno
específico, y donde se validaría la tesis que las reformas no cambian a las
escuelas sino las escuelas cambian a las reformas asimilándose positivamente
para su identidad o fortalecimiento acorde a las transformaciones imperantes.
Porque si bien la escuela es y ha sido considerada como el centro del sistema
educativo Mexicano no solo desde los últimos planes nacional de desarrollo, toca
hoy particularizar su noble labor más allá de una conceptualización de una organización
técnica e inerte, con una identidad política e intereses individuales legítimos
e ilegítimos, mediados por reglas que se negocian, donde se permiten atender
con calidad los procesos pedagógicos y no pedagógicos de la vida escolar que
inciden en la enseñanza o hacia su transformación hacia una organización escolar inteligente
(Puentes Osma,2005) .
Enseñanza alejada de la
teoría del currículo reproductivo y clasista, donde requiere un enfoque crítico
más que instrumentalista ( Kemmis, 2008), conociendo los diferentes aspectos de
la buena gestión de la propia escuela pasando por una planificación
participativa o definiendo un proyecto de
transformación que abona a una verdadera realidad institucional, no como en
últimas fechas ha dado paso a la burocratización de una supuesta cultura de la rendición de
cuentas a través de plataformas digitales donde en lugar de reflejar un
verdadero quehacer institucionalizado mediado por una participación activa y comprometida
de todo el colectivo docente ha priorizado a una cultura del “clickeo” informático
o a una simulación administrativa.
De ahí que lo urgente sea
verdaderamente volver a situar a la escuela como agente principal del cambio y
de mejora pero con un nuevo sentido, más no como blanco de infinitas
responsabilidades; es decir pasar de una institución administrativa a una
educativa, donde más allá de esa burocratización y de los sistemas clásicos que
hasta hoy someramente hemos matizado, requiere cuestiones sustanciales como el
entendimiento de un compromiso social inquebrantable abonando a una misión y
visión institucional única que de la mano a una dotación de materiales suficientes
(suficiencia), cada actor pueda poseer lo necesario para actuar eficientemente,
negociando a la vez reglas donde más que imponerlas se construyan a partir de
un modelo democrático, que eslabone o articule el quehacer cotidiano vinculado
a la práctica, guiado por un verdadero liderazgo directivo (SEP, 2011) con capacidad
en la toma de decisiones, la optimización de recursos y la autonomía de gestión
acorde a las especificidades contextuales, con sentido de responsabilidad
social y ética.
Soñar con una nueva escuela
sería también no olvidar que existen imperantes que se entrecruzan para su
funcionamiento como la necesidad de un servicio regular bajo la premisa de los ocho
rasgos de la normalidad mínima, la optimización del tiempo hacia la gestión del
aprendizaje no limitándose a solo un cumplimiento de un horario estipulado para
arribar a una pedagogía diferenciada ( véase Perrenoud,2007) e inclusiva que evite el
rezago o marginación de los menos aventajados, asimismo no olvidando la
verdadera gestión del conocimiento como lo prioritario en función del logro
educativo y de la calidad de los resultados obtenidos a lo largo de cada ciclo
lectivo.
Guiándola así hacia una
directriz general que defina a cada centro educativo al fortalecimiento de su autonomía de gestión, yendo
hacia la búsqueda de sus propios recursos en el marco de la gratuidad, contando
con una prontitud en la disponibilidad de lo necesario que evite la
burocratización en cuanto a la rendición de cuentas y la operatividad de
cualquier mejora, así también tener la posibilidad de poner a su servicio la
asesoría permanente y de calidad de diversos figuras en apoyo a la docencia
para orientar la función administrativa, pedagógica y social que dinamicen sus
roles cotidianos, que sumado a un buen diseño del sistema de evaluación para la
mejora y el fortalecimiento de la toma de decisiones garanticen la
revalorización social de su papel protagónico en el contexto inmediato.
Sumado a ello es urgente no
olvidar en el rubro de la política educativa, instrumentar un verdadero
diagnóstico de las características de nuestras escuelas para que se conviertan
en verdaderos espacios dignos de trabajo, además de las diferentes atenciones
hacia las diferentes características de la escuela básica entre las que se
encuentran las escuelas multigrados, las escuelas rurales, las de educación
telesecundaria para fortalecer su nivel de desempeño y sus capacidades de
respuestas a las necesidades de transformación en torno a la calidad educativa.
Igualmente importante es abrir
una posibilidad de reducir la sobrecarga de los grupos escolares en cuanto al número
de elementos atendidos por cada docente que de acuerdo a su capacidad de
atención reduce su calidad del tiempo de atención al grupo escolar resultando contraproducente
para brindar una atención efectiva y particularizada. Y finalmente volviendo a
la tesis inicial de Savater sobre el rol docente en este siglo donde el
conocimiento y las capacidades de los ciudadanos constituyen el capital humano,
la profesión docente ha adquirido una enorme relevancia convirtiéndose en una
profesión compleja, y donde más que nunca la sociedad exige del docente nuevos
conocimientos, competencias y un inquebrantable compromiso social, permitiendo
que esta oportunidad histórica de servir promueva su crecimiento individual y
profesional constante acuerpado por una escuela plural, democrática y
participativa que día a día se recrea e innova para servir con relevancia
social y pertinencia.
Propuestas:
1.-Garantizar los recursos materiales
suficientes en cada centro escolar para que pueda operar de manera eficiente y
acorde a las necesidades formativas de los alumnos.
2.- Fortalecer la función directiva y de supervisión
contribuyendo a una actuación de soporte pedagógico en el aula y la escuela,
para comulgar con una cultura institucional que tome al logro educativo y a la
calidad educativa como prioridad e impulso de sus acciones cotidianas.
3.- Redimensionar la concepción de escuela
donde todos los elementos adscritos a ésta posibilite la definición de una
misión y visión institucional compartida y convertirla en una verdadera célula
de actuación que pugna día a día por la búsqueda de procesos educativos
relevantes y significativos.
4. El docente como principal protagonista y
responsable de desarrollar el currículo en el aula de cada escuela, se
convierta en un elemento de cambio con las competencias necesarias para
gestionar el conocimiento en los alumnos teniendo como puntos de partida la
reflexión en y sobre la práctica (Perrenoud, 2007), que mediante el diálogo, la
reciprocidad intelectual, la capacitación constante, innova y aprovecha la
oportunidad histórica de forjar cualitativamente a las nuevas generaciones.
Referencias
Bibliográficas.
Fullan Michael et al. (2001). La escuela que queremos.
Los objetivos por los que vale la pena luchar. SEP/ Amorrortu. México.
Perrenoud Phillipe (2007). Pedagogía
Diferenciada de las intenciones a la acción. Edit. Popular. España.
_____ (2007). Desarrollar la práctica
reflexiva en el oficio de enseñar. Edit. Graó. España.
Puentes Osma Yecid (2005). Organizaciones
escolares inteligentes. Gestión de entornos educativos de calidad.
Editorial Magisterio. Bogotá.
Savater Fernando (1997). El valor de
educar. Instituto de Estudios y Sindicales de América.
SEP (2011).Plan de estudios 2011.
Educación Básica. México.
Stephen Kemmis (2008). El curriculum: más
allá de la teoría de la reproducción. Cuarta
Edición. Edit. Morata. España.