viernes, 1 de agosto de 2014

ESCRITO PARA EL FORO DE CONSULTA NACIONAL DEL MODELO EDUCATIVO VILLAHERMOSA TAB. MEXICO.




 











                     



                     
 SINDICATO NACIONAL DE TRABAJADORES DE LA EDUCACIÓN
SECCIÓN 40                                                                      CHIAPAS
  




TEMA

3).-¿CÓMO ORGANIZAR LA ESCUELA DE EDUCACIÓN BÁSICA PARA QUE SEA EFICAZ?-
                                                        
                                                          SUBTEMA
I.- LA ESCUELA, EL CENTRO DEL SISTEMA EDUCATIVO. TRANSFORMACIONES NECESARIAS EN LA ORGANIZACIÓN DE LOS SISTEMAS EDUCATIVOS.
           

"LA ESCUELA DE EDUCACIÓN BÁSICA: RETOS Y TRANSFORMACIONES NECESARIAS E IMPOSTERGABLES PARA ENCARAR CON ÉXITO EL PRESENTE SIGLO".

MARZO DE 2014.       


     
                               INTRODUCCIÓN.

Para caracterizar la escuela de hoy, es necesario como primer elemento entender los parámetros cualitativos o normativos que la definen teóricamente acorde a las exigencias sociales del presente siglo, pero resulta más apremiante definir los roles cotidianos que cada actor involucrado en su funcionamiento y en su paulatina transformación deberían desarrollar para que en conjunto consumemos la tan anhelada calidad educativa.

Transformaciones que deberán pugnar desde la definición de una nueva misión  y una visión institucional (véase Fullan y Hargreaves 2001), donde fenómenos como inclusión, heterogeneidad, diferencia y contexto deben ser tomados en cuenta no solo para renovar el contrato pedagógico en el aula sino en función a una nueva cultura institucional, donde todos actores involucrados refrendemos día a día el compromiso de dar lo mejor de sí en el lado humano, profesional o social pese a nuestras diferencias o adversidades.

Intenciones que permitirían una nueva cosmovisión institucional y pedagógica, que resulta sustancial en esta era de constantes cambios, donde fenómenos productos de la globalización están impactando y exigiendo una nueva escuela, que parece inmutable a estos imperativos, justificando la urgente transformación multidimensional para enfrentar con éxito requerimientos en el ámbito de la gestión del conocimiento, en el ámbito profesional y social, renovando su protagonismo como institución medular en búsqueda del progreso individual y colectivo.
DESARROLLO.

¿Qué rasgos generales entonces deberían caracterizar a esa escuela de educación básica a la cual todos aspiramos?

Partiendo de la reflexión del filósofo Fernando Savater quien afirma que la tarea actual de la escuela resulta complicada porque debe encargarse de muchos elementos de formación básica de la conciencia social y moral de los niños que antes eran responsabilidad de la socialización llevada a cabo en el seno de la familia sumado al del ámbito curricular y donde el maestro antes podía jugar con la curiosidad de los alumnos, deseosos de llegar a penetrar en misterios que aún les estaban vedados y dispuestos para ello a pagar el peaje de saberes instrumentales, pero ahora donde los niños llegan hartos de mil noticias y visiones “variopintas” que no les ha costado nada adquirir ¡que han recibido hasta sin querer!; éste tiene que ayudarles a organizar esa información, combatirla en parte o por lo menos hacerla menos dañina. (Savater 1997).

En consecuencia antes de delimitar ese quehacer específico del docente como actor principal de cada institución educativa y de toda reforma, es urgente pensar en las características generales de la escuela básica del presente siglo, lo cual es entrar en un dilema nada fácil de resolver, porque no solo permitiría establecer directrices que deben seguirse para responder a la heterogeneidad que la ha caracterizado o a reformular viejas costumbres, por lo que inicialmente yendo en retrospectiva encontraremos una evolución desde la escuela antigua, pasando por clásica a la moderna, y otra con múltiples peculiaridades como la que es demandada hoy para enfrentar los nuevos embates tecnológicos, la apremiante inserción en era de la globalización, pero sobre todo una que responda a las múltiples exigencias sociales no solo reducida a su función de promover aprendizajes.

Evolución histórica que en cada etapa se destacan roles específicos, pero la escuela de hoy pasa por una inédita demanda que la orienta a ser una nueva protagonista no solo hacia el entendimiento del futuro, a ser una dinamizadora del progreso científico y de desarrollo social en su conjunto, que se enfrenta a responder a un estrato social muy dinámico con sus diferentes expectativas lejos de retroalimentar su función anterior y donde la contemporaneidad parece desafiarla e incluso culparla por los lastres del pasado. Por lo que antes de augurar un próxima desacreditación, creo que la escuela de hoy debe renovarse más que claudicar en su noble labor formativa y su insustituible función social que desde tiempos inmemoriales ha asumido, como lo es dar conocimientos y catapultar a los entes que de ella emanan para forjar el propio presente y a diseñar el caótico futuro.

Configurar entonces esa nueva escuela acorde a estos indicadores es no solo reformular su estructura física con sus respectivos aditamentos tecnológicos, de mobiliario, equipo o estructura, sino por encima de ello está lo que cada actor inmerso en esa célula ha de hacer para arribar a una verdadera transformación cualitativa; que permita definirla como el espacio concreto donde cobran vida las disposiciones legales, organizativas y en específico el curriculum derivados de una política educativa, donde no es pura reproducción sino una reconstrucción social “in situ”, transformándose día a día en un espacio vivo y vivido, donde se entrecruzan tradiciones y competencias acorde a las expectativas de cada estudiante o contexto.

Cambios impostergables donde las reformas solo tendrán significado en cada centro educativo como entorno específico, y donde se validaría la tesis que las reformas no cambian a las escuelas sino las escuelas cambian a las reformas asimilándose positivamente para su identidad o fortalecimiento acorde a las transformaciones imperantes. Porque si bien la escuela es y ha sido considerada como el centro del sistema educativo Mexicano no solo desde los últimos planes nacional de desarrollo, toca hoy particularizar su noble labor más allá de una conceptualización de una organización técnica e inerte, con una identidad política e intereses individuales legítimos e ilegítimos, mediados por reglas que se negocian, donde se permiten atender con calidad los procesos pedagógicos y no pedagógicos de la vida escolar que inciden en la enseñanza o hacia su transformación  hacia una organización escolar inteligente (Puentes Osma,2005) .

Enseñanza alejada de la teoría del currículo reproductivo y clasista, donde requiere un enfoque crítico más que instrumentalista ( Kemmis, 2008), conociendo los diferentes aspectos de la buena gestión de la propia escuela pasando por  una  planificación participativa o  definiendo un proyecto de transformación que abona a una verdadera realidad institucional, no como en últimas fechas ha dado paso a la burocratización de  una supuesta cultura de la rendición de cuentas a través de plataformas digitales donde en lugar de reflejar un verdadero quehacer institucionalizado mediado por una participación activa y comprometida de todo el colectivo docente ha priorizado a una cultura del “clickeo” informático o a una simulación administrativa.

De ahí que lo urgente sea verdaderamente volver a situar a la escuela como agente principal del cambio y de mejora pero con un nuevo sentido, más no como blanco de infinitas responsabilidades; es decir pasar de una institución administrativa a una educativa, donde más allá de esa burocratización y de los sistemas clásicos que hasta hoy someramente hemos matizado, requiere cuestiones sustanciales como el entendimiento de un compromiso social inquebrantable abonando a una misión y visión institucional única que de la mano a una dotación de materiales suficientes (suficiencia), cada actor pueda poseer lo necesario para actuar eficientemente, negociando a la vez reglas donde más que imponerlas se construyan a partir de un modelo democrático, que eslabone o articule el quehacer cotidiano vinculado a la práctica, guiado por un verdadero liderazgo directivo (SEP, 2011) con capacidad en la toma de decisiones, la optimización de recursos y la autonomía de gestión acorde a las especificidades contextuales, con sentido de responsabilidad social y ética.

Soñar con una nueva escuela sería también no olvidar que existen imperantes que se entrecruzan para su funcionamiento como la necesidad de un servicio regular bajo la premisa de los ocho rasgos de la normalidad mínima, la optimización del tiempo hacia la gestión del aprendizaje no limitándose a solo un cumplimiento de un horario estipulado para arribar a una pedagogía diferenciada ( véase Perrenoud,2007) e inclusiva que evite el rezago o marginación de los menos aventajados, asimismo no olvidando la verdadera gestión del conocimiento como lo prioritario en función del logro educativo y de la calidad de los resultados obtenidos a lo largo de cada ciclo lectivo.

Guiándola así hacia una directriz general que defina a cada centro educativo al  fortalecimiento de su autonomía de gestión, yendo hacia la búsqueda de sus propios recursos en el marco de la gratuidad, contando con una prontitud en la disponibilidad de lo necesario que evite la burocratización en cuanto a la rendición de cuentas y la operatividad de cualquier mejora, así también tener la posibilidad de poner a su servicio la asesoría permanente y de calidad de diversos figuras en apoyo a la docencia para orientar la función administrativa, pedagógica y social que dinamicen sus roles cotidianos, que sumado a un buen diseño del sistema de evaluación para la mejora y el fortalecimiento de la toma de decisiones garanticen la revalorización social de su papel protagónico en el contexto inmediato.

Sumado a ello es urgente no olvidar en el rubro de la política educativa, instrumentar un verdadero diagnóstico de las características de nuestras escuelas para que se conviertan en verdaderos espacios dignos de trabajo, además de las diferentes atenciones hacia las diferentes características de la escuela básica entre las que se encuentran las escuelas multigrados, las escuelas rurales, las de educación telesecundaria para fortalecer su nivel de desempeño y sus capacidades de respuestas a las necesidades de transformación en torno a la calidad educativa.

Igualmente importante es abrir una posibilidad de reducir la sobrecarga de los grupos escolares en cuanto al número de elementos atendidos por cada docente que de acuerdo a su capacidad de atención reduce su calidad del tiempo de atención al grupo escolar resultando contraproducente para brindar una atención efectiva y particularizada. Y finalmente volviendo a la tesis inicial de Savater sobre el rol docente en este siglo donde el conocimiento y las capacidades de los ciudadanos constituyen el capital humano, la profesión docente ha adquirido una enorme relevancia convirtiéndose en una profesión compleja, y donde más que nunca la sociedad exige del docente nuevos conocimientos, competencias y un inquebrantable compromiso social, permitiendo que esta oportunidad histórica de servir promueva su crecimiento individual y profesional constante acuerpado por una escuela plural, democrática y participativa que día a día se recrea e innova para servir con relevancia social y pertinencia.
Propuestas:

1.-Garantizar los recursos materiales suficientes en cada centro escolar para que pueda operar de manera eficiente y acorde a las necesidades formativas de los alumnos.

2.- Fortalecer la función directiva y de supervisión contribuyendo a una actuación de soporte pedagógico en el aula y la escuela, para comulgar con una cultura institucional que tome al logro educativo y a la calidad educativa como prioridad e impulso de sus acciones cotidianas.

3.- Redimensionar la concepción de escuela donde todos los elementos adscritos a ésta posibilite la definición de una misión y visión institucional compartida y convertirla en una verdadera célula de actuación que pugna día a día por la búsqueda de procesos educativos relevantes  y significativos.
4. El docente como principal protagonista y responsable de desarrollar el currículo en el aula de cada escuela, se convierta en un elemento de cambio con las competencias necesarias para gestionar el conocimiento en los alumnos teniendo como puntos de partida la reflexión en y sobre la práctica (Perrenoud, 2007), que mediante el diálogo, la reciprocidad intelectual, la capacitación constante, innova y aprovecha la oportunidad histórica de forjar cualitativamente a las nuevas generaciones.

Referencias Bibliográficas.

Fullan Michael  et al. (2001). La escuela que queremos. Los objetivos por los que vale la pena luchar. SEP/ Amorrortu. México.

Perrenoud Phillipe (2007). Pedagogía Diferenciada de las intenciones a la acción. Edit. Popular. España.
_____ (2007). Desarrollar la práctica reflexiva en el oficio de enseñar. Edit. Graó. España.

Puentes Osma Yecid (2005). Organizaciones escolares inteligentes. Gestión de entornos educativos de calidad. Editorial Magisterio. Bogotá.

Savater Fernando (1997). El valor de educar. Instituto de Estudios y Sindicales de América.

SEP (2011).Plan de estudios 2011. Educación Básica. México.


Stephen Kemmis (2008). El curriculum: más allá de la teoría de la reproducción. Cuarta  Edición. Edit. Morata. España.

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